Alta velocidad, huevos estrellados, callejear y dejarme llevar por la vida de la ciudad. Una ilusión envuelta en la anestesia de mis venas que me hizo dormir durante un lapsus, pero que una vez despierta prometí saborear en el regreso a la vida. Hoy me cogí el billete, con ganas de pasar la página anestesiada y con los ojos abiertos al despertar del paisaje. Saboreando un sencillo manjar envuelto en ingredientes de ilusión, unas servilletas blancas con nuevas sensaciones y una tierna intención de vivir un pequeño gran deseo.
Volveré a callejear por Madrid, y que vuelva a pasar la vida que me montaré en el tren aún en marcha.
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