Esta pequeña piña me la regalastes un tierno día, a la vuelta de tu paseo matutino y rutinario
Al día siguiente, tu paseo fue hacia la magnitud del Universo... Pero has dejado para siempre tu grandeza impregnada en mis genes, mi mejor tesoro. Y sé que definiendo asi mi sensibilidad heredada de ti, hacia lo natural, sencillo, humilde y pequeño que adorna mi esencia.
Desde entonces, mis paseos van de la mano de esta pequeña piña que acompaña mi espacio vital, mis valores, los principios y la belleza con lo que intento mirar la magia de estar viva.
Me has enseñado a saborear con gusto a miel, los piñones caramelizados que traen los pequeños placeres y momentos del día a día, sin más que pedir.
foto de mi piña...
5 comentarios:
Siempre, cuando nuestros mayores se van, nos dejan en el regazo su legado de sabiduría, que nos acompaña, nos consuela, y nos guía por el mundo, para que no nos sintamos desamparados, en ocasiones, percibimos sus toques de atención en situaciones de peligro. Aunque se han ido, siempre están ahí pegados a nuestro lado.
María un texto entrañable lleno de emociones y sentimiento, y cómo no,también triste. Muchos besos.
Hola María, me ha gustado tu escrito sobre la vida y el tiempo
Te dijeron una gran verdad, hay que aprender a fijarnos en las cosas pequeñas, encierran todo un mundo por descubrir.
Un Abrazo
Isaura: pues si para mi siempre está ahi, el ha sido un buen padre para mí. Y el texto me ha salido desde la emoción. Besos y contenta de verte por aquí
Pepe: pues si sabio mi papa. Un abrazo también para tí
Hola María, orgullosa debes de estar por haber heredado un corazón tan noble y por haber disfrutado de la presencia de tu padre y tantas enseñanzas suyas.
Un abrazo.
Loli: gracias por tus palabras, me han emocionado. Y si orgullosa de mi papa, mucho y mucho, y sobretodo de todo lo que me ha enseñado y de su bondad. Un abrazo fuerte para ti!!
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